Marcos Dotta - "Una historia de acero"

Su historia

Marcos Iván Dotta nació en Brinkmann, el 31 enero de 1976, alegrando la vida de Dora Esther Cravero y Juan Ángel Dotta: sus padres. La vida deportiva de Marcos es posible dividirla en dos fases: una vinculada con el básquet y otra relacionada con el triatlón.

Marcos y su familia vivieron un tiempo en Neuquén y cuando regresaron a Brinkmann, el pequeño decidió acercarse al club Centro Social y Deportivo Brinkmann. Todavía ignoraba que en ese sitio convertiría sus primeros dobles, triples y singles en el básquet formal, y que posteriormente jugaría en Tiro Federal de Morteros y luego en Hindú de Córdoba.

Una noche, mientras Marcos (de 13 años de edad) y su familia cenaban –después de un arduo entrenamiento en Tiro Federal de Morteros– los nudillos de un hombre golpearon la puerta de su casa. El padre se puso de pie, caminó hasta la puerta y la abrió. Bastaron treinta segundos para que el grupo familiar conociera el motivo de la visita del desconocido: convocar a Marcos para llevarlo a jugar al básquet a Hindú Club, de la ciudad de Córdoba. La sorpresa se vio reflejada en los ojos de sus padres. Las pupilas de ambos progenitores se engrandecieron –a la velocidad del parpadeo de un bebé–. No era para menos, eran muchas las dudas que circulaban en silencio por sus cuerpos.

El papá de Marcos, tras recibir la noticia, se sentó en una silla, apoyó sus antebrazos en la mesa, ensayó una sonrisa y clavó la mirada fija en el plato. Se produjo un silencio total que duró dos o tres minutos. Procesar y digerir la información recibida y lo que la decisión que debían adoptar implicaría, no era tarea sencilla. Esa noche quedó claro que el talento de su hijo ya había trascendido el ejido municipal y los límites del departamento San Justo. ¡Sí, las virtudes de Marcos habían despertado interés en un club de la capital provincial!

Un cuarto de hora después de la medianoche, la familia decidió apoyar a su hijo en una nueva etapa que comenzaba, un camino desconocido que despertaba una mezcla de felicidad, ansiedad, satisfacción y miedo a lo incierto. Su madre, tras analizar pros y contras, y sabiendo que las matemáticas no son buenas consejeras en el plano sentimental, asintió con la cabeza, y con un tono ameno le transmitió la decisión a su hijo. Marcos llenó su bolso con ropa de todos los colores e incorporó objetos que lo mantuvieran conectado lo más posible con su pago chico. Un día pasó el umbral de la puerta con el bolso colgando sobre su hombro izquierdo, caminó seis pasos bien erguido, y se detuvo. Giró su cabeza hacia atrás y miró su casa como sacando una foto mental. Luego emprendió el viaje a Córdoba, donde continuó sus estudios (hasta entonces estudiaba en San Francisco). Sus padres le pusieron como condición que no abandonara su formación educativa. Él estuvo de acuerdo.

En las canchas de básquet cordobesas, dio saltos memorables, hizo varias bandejas esquivando manotazos que pretendían arruinarle la jugada, pasó entre medio de piernas picando la pelota, asistió a compañeros con pases magistrales y convirtió triples que hicieron poner de pie al público para aplaudirlo. El afecto de sus técnicos y sus compañeros fueron la contención necesaria para sobrevivir a la vorágine de la segunda ciudad con mayor población del país.

Defendiendo la camiseta del Hindú Club, Marcos ascendió de la Liga Regional C, al Torneo Nacional B de Básquet de la República Argentina (es el TNA actual). En su trayectoria con la pelota naranja, sobresalen varios clubes y logros dignos de ser señalados. Marcos formó parte de los juveniles del plantel de primera división de Liga Nacional B (cuando era como el TNA de ahora), la primera vez que Tiro Federal de Morteros formó parte de estos torneos nacionales. También integró la Selección de Córdoba, jugó para Porteña Asociación Cultural y Deportiva, para el 9 de Freyre, para Centro Social y Deportivo Brinkmann (su club de origen y del que es hincha porque nunca olvida que fue en ese club donde comenzó a tirar al aro, cuando tenía apenas siete años). En el barrio, a esto le llaman gratitud…

Después de unos años, Marcos sintió la necesidad de transitar por otros deportes. Fue allí cuando se acercó al triatlón. En verdad, mal no le fue. El primer año participó en el campeonato provincial logrando el subcampeonato en su categoría. Otro año obtuvo el cuarto puesto. Luego se embarcó en competencias más largas e intensas. Debió entrenar muchas horas diarias para llegar en óptimas condiciones físicas. Y finalmente el día llegó. Marcos participó del IRONMAN en Argentina –competencia que incluye 6 km de nado, 180 km en bici y 42 km corriendo. Esta competencia la hizo con una compañera nadadora: él hizo ciclismo y pedestrismo y ella, natación. Actualmente este querido freyrense recorre nuestro país disputando carreras de esta distancia. Es atinado mencionar que el triatlón es un deporte individual que requiere mucho esfuerzo, en términos físicos, económicos y afectivos (por la constancia que exige). Marcos, dentro de lo amateur de su práctica, es muy profesional. Tiene una rutina estricta: entrena dos veces por día, se cuida en las comidas y extrema todos los recaudos para lograr el mejor rendimiento. Reconoce que lo importante es llegar, pero llegar de la mejor manera posible.

En el plano emocional, este deportista que lleva el nombre de Freyre por la Patria, exhibe sin miedo su costado introspectivo. Reconoce que las derrotas enseñan, afirmando: “Siempre se gana más aprendizaje cuando se pierde que cuando se gana”. Está convencido de que la derrota, muchas veces, es un empujón hacia atrás para tener más metros para tomar envión y poder saltar más lejos con firmeza.

Cuenta, con la emoción asomando en cada palabra que pronuncia, que todos los días encuentra personas admirables en el mundo del deporte, a los que define verdaderos ejemplos de superación. Afirma que este multideporte (triatlón) le permitió conocer un sinnúmero de pequeñas historias de vida que se volvieron inmensas para él, y que le hicieron cambiar sus referentes. Para Marcos hoy pesan más los valores, la humildad y la actitud positiva de personas casi anónimas, que los éxitos resonantes de los famosos.

Hace poco, en Embalse –localidad perteneciente al departamento Calamuchita de Córdoba– lo invitaron a presenciar una charla de personas con distintas discapacidades. Recuerda con admiración el testimonio de un pibe de Tucumán, que pese a carecer de ambas piernas, corrió un IRONMAN (sin dudas una de las pruebas físicas más duras del universo del deporte). Marcos no sale de su asombro y repasa en voz alta, sin evitar ningún detalle, lo logrado por este gran deportista tucumano, verdadero ejemplo de resiliencia: “Nadó en aguas abiertas, luego recorrió todos los kilómetros en una bici especial, y posteriormente corrió en silla de rueda una maratón (42 kilómetros)”. Después de conocer esta historia de vida, el triatleta de Freyre afirma que aprendió a mirar la vida desde otro ángulo, con una perspectiva diferente que le posibilitó asignarle mucho más valor a ciertos momentos y actos y restárselos a otros, que resultan mínimos o insignificantes. Hoy, para Marcos lo más importante en la vida es ser buena persona hasta el final, hasta ese día en que atravesamos trotando la cinta que divide a este mundo de otro sitio que nadie sabe cómo es, para luego dejar de respirar para siempre. Él sueña con cruzar esa cinta, con más de cien años, con la cabeza en alto y sin cuentas pendientes. Con la templanza que brindan los años, Marcos afirma: “Seguramente esa virtud de ser buena persona, será el mejor legado, por el que a uno más lo van a recordar”.

También recuerda que no le fue fácil afrontar la adversidad de tener que marcharse de su casa cuando era muy chico, para ir en busca del deporte en Córdoba.Tuvo que aprender a desenvolverse solo, pese a su corta edad, y a aceptar que la decisión de embarcarse en ese vuelo deportivo, implicaba reducir momentos con su familia.Tal vez esta situación moldeó su personalidad y lo hizo más independiente para poder sobreponerse a la distancia con sus seres queridos y a los fines de semana en los que la soledad se apropiaba de todos sus espacios. Por esta vivencia, él se autodefine como un ser solitario, a diferencia de sus hermanas que son más familieras. Pero quizás también, por esta experiencia en su adolescencia, sus padres, sus hermanas, y sus hijas Mara y Guillermina, hoy son su mejor tesoro. Habla de ellos con gestos de felicidad que a su rostro se le hacen indisimulables.

En su haber, hay una anécdota, un episodio que vivió hace muchos años pero que le enseñó la importancia de la humildad para entablar vínculos sanos con todas las personas, en primer lugar, y lo saludable que es ir en busca de los sueños. El suceso ocurrió a mediados de la década de 1980. Marcos era un niño, y con Centro Social y Deportivo Brinkmann había ido a jugar al básquet a Córdoba. Recuerda que a todas las delegaciones las hicieron desfilar por el estadio Chateau Carrera –hoy llamado Mario Alberto Kempes–. Había muchos clubes de la provincia. La cancha y las tribunas estaban llenas. Luego Marcos y sus compañeros vieron un partido de básquet entre Atenas (con todas sus estrellas) y la Asociación Española de Córdoba. En Atenas, jugaban Marcelo Milanesio, Palito Cerutti, Dardo Ligorria, y dos estadounidenses recién llegados. Para la Asociación Española jugaba la Pepa Arrigoni, su ídolo, un grande de la pelota naranja. Varios años después de ese evento, cuando Marcos fue a jugar a Córdoba –como narré en los primeros renglones– y en su primer entrenamiento se encontró con una multitud. Había cuarenta niños esperando para jugar y, por tanto, creyó que nunca tendría la oportunidad de ingresar a la cancha. Pero para su sorpresa, el director técnico se le acercó y lo invitó a entrenar con primera. Cuando estaba atándose los cordones de la zapatilla derecha, previo a la entrada en calor, vio ingresar por la puerta del club a la Pepa Arrigoni, su ídolo deportivo, quien había sufrido un accidente que lo había apartado del deporte y había vuelto a jugar en ese club. Esa tarde Marcos sintió una palmada en la espalda. Era el destino, el artífice de ese encuentro tan inesperado como reconfortante. Marcos entró en calor a la par de su ídolo, y entrenaron juntos un par de horas. Marcos Dotta resalta la sencillez y la humildad de la Pepa, quien en todo momento lo trató como a un par y con suma amabilidad.

En la historia de este freyrense por elección, que supo conquistar el respeto y afecto de los vecinos y vecinas de la localidad de donde surgieron grandes deportistas, se advierte –además de su interesante trayectoria– el resurgir de deportes antiguos, que volvieron a adquirir protagonismo en el presente, abriendo nuevas puertas para que la gente tenga más posibilidades de acceder al deporte, lo que redunda en bienestar colectivo, mayor y mejor integración social, y sin dudas, en mucha felicidad. Basta con entrar a internet unos segundos, o encender el televisor para apreciar que el running, el ciclismo y la natación suman nuevos adeptos todos los días y enhorabuena que así sea.

En la actualidad, Marcos participa en carreras de aguas abiertas y en maratones (de media y larga distancia). En invierno se inclina por los duatlones (incluyen ciclismo y pedestrismo). Su medalla más significativa, y que le produjo un alud de alegría, es la que obtuvo con su hija Mara, cuando salieron subcampeones en la Copa Amistad que se disputa en todas las localidades alrededor de Rosario.

Por tu extenso e intenso recorrido, ¡felicitaciones MARCOS DOTTA! Tus huellas en la arena deportiva es un faro invaluable para indicarles un lindo sendero a otras personas. Tu historia engrandece y ennoblece el Museo Virtual del Deporte de Freyre. ¡Muchas gracias!

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