Mónica Musso - "Brazadas internacionales"

Su historia

La natación es un deporte muy técnico, que difiere mucho de correr, rematar o pedalear. Requiere combinar el vigor físico, la coordinación motora y la capacidad pulmonar. Es una de las actividades físicas más completas, que permite ejercitar el cuerpo y despejar la mente de las rutinas cotidianas. Es un arte corporal internacional, porque es una de las disciplinas tradicionales de los Juegos Olímpicos modernos, realizada desde la edición inaugural en Atenas 1896. En un principio, se practicaba en el mar o en lagos artificiales, pero en 1908 comenzaron a emplearse piscinas para su práctica, y en 1924 se incorporaron los andariveles y se estableció la longitud olímpica de 50 metros.

Las antiparras de uso frecuente hoy, se permitieron en 1976. Un año después, en Freyre, en el interior de la Provincia de Córdoba, nacía Mónica Andrea Musso –precisamente el 15 de julio 1977–, siendo la primera hija de Miguel y Lila, y la mayor de cuatro hermanos que posteriormente llegarían a este mundo para componer el grupo familiar.

A los tres años de edad, de la mano de su mamá –en sentido literal– Mónica comenzó a asistir a la pileta del Club Atlético 9 de Julio Olímpico de Freyre. Por entonces, le tenía miedo al agua, razón por la cual sus padres entendieron que el contacto paulatino pero constante, serviría para ir derrotando ese temor. Nadie imaginaba por entonces que este dato se convertiría en una paradoja, cuando una década después, Mónica comenzara a navegar con su cuerpo por diferentes aguas del país y el exterior. Tampoco a nadie se le ocurría pensar que la suma de las millas marinas que Mónica nadaría, daría un resultado similar a la extensión del Río Amazonas (el más extenso del planeta).

Las primeras brazadas oficiales las dio en su querido 9 de Freyre, en la categoría promocional. Luego nadó en el Automóvil Club de San Francisco y llegó a ser federada. Posteriormente, continuando por una ruta deportiva en ascenso, nadó en la Asociación Gabriel Taborín, de la ciudad de Córdoba, a nivel “elite”.

En Freyre solía nadar mañana y tarde completando una rutina de dos horas diarias, y a veces extendía un poco más los entrenamientos. En San Francisco aumentó su frecuencia a tres horas diarias, de lunes a sábado; y en el Taborín entrenaba con exigencias de alta competencia, en doble turno (nadaba de 4 a 7 horas y de 14 a 17 horas). Practicaba todos los estilos –crol, espalda, mariposa y pecho, pero estos dos últimos eran sus preferidos y había logrado desarrollar una técnica superlativa en ambos–. No obstante, a medida que fue transcurriendo el tiempo y Moni fue potenciando el entrenamiento, logró equipar sus destrezas en los cuatro estilos, y terminó compitiendo en todos.

Participó en campeonatos en todos los niveles. Comenzó como amateur en Torneos regionales y provinciales en Córdoba (organizado por la Federación Cordobesa de Natación), luego como deportista federada, en San Francisco, tuvo nuevas oportunidades: campeonatos nacionales, copas nacionales, torneos internacionales y eliminatorias para sudamericanos. Y a nivel elite, dejó su silueta marcada en aguas de torneos sudamericanos y en eliminatorias para las Olimpíadas. Puede afirmarse sin titubear, porque los hechos así lo confirman, que sus brazadas tuvieron carácter internacional. Mónica fue de menor a mayor, desde lo local a lo global. Llegó a representar a nuestra Patria y nuestra bandera en competencias de alto rendimiento, fuera de las fronteras nacionales. Allí siempre lució con orgullo y humildad, su localidad de origen, sus raíces, su primer club, sus amigos, su familia. Su mayor fuente energía fueron su férrea constancia y sus convicciones de estar navegando a mano, por las aguas correctas.

Era velocista, razón por la cual sus entrenamientos acentuaban fuertemente los relevos cortos.

Sus referentes deportivos fueron José Meolans y Alicia Boscatto (el primero especializado en crol y mariposa, y la segunda en pecho y espalda).

Su currículum deportivo es tan frondoso como interesante. Participó en los Juegos Deportivos Argentinos, campeonatos nacionales, en el Sudamericano disputado en Rio Grande do Sul (Brasil), torneros internacionales, Campeonatos de la Republica –donde siempre compitió en relevos cortos de 50 y 100 metros, mariposa y pecho, 50 y 100 metros libres, 50 metros mariposa–. Llegó a nadar 400 metros libres y 200 metros combinados en el Taborín, en la capital de la provincia mediterránea.

Su mejor marca, en 50 metros libres, la consiguió en el Club Regatas de Mendoza, cuando logró un tiempo de 27 segundos y alguna ínfima décima.

En el año 1998, Mónica puso un punto final a este nivel de competencia física, para enfatizar en sus estudios universitarios. No obstante, continuó nadando de manera personal, sin club, pero disfrutando el contacto con el agua en cada patada y movimiento corporal. El deporte y ella siguieron juntos, con un nuevo vínculo: cambiaron la frecuencia y la intensidad, pero siguieron alimentándose recíprocamente.

En su mente habitan cantidades oceánicas de gratos recuerdos de esa etapa deportiva. Toda vez que viaja hacia esa porción del pasado, sigue percibiendo los aromas, escuchando las voces de la gente alentándola y observando los paisajes coloridos y repletos de banderas. Cada suceso deportivo lo ató a intensas emociones, que siguen vivas en su cuerpo, pese al paso del tiempo. Mónica resume su navegar por el deporte con una bella palabra: “felicidad”. Y define la practica deportiva como un espacio de formación para la vida en general, un sitio donde se aprenden valores importantes para conformar equipos, responsabilidad, tolerancia, normas de convivencia, unión, tolerancia y la importancia del deporte como fuente de salud. También señala a la soledad que sobrevuela a los deportes individuales, como una adversidad que debió afrontar, y que logró sortear gracias al afecto y al acompañamiento de muchas familias de Freyre y a la gente de de todos los clubes (a los que honró con su talento) que se daban cita en cada torneo y se nucleaban alrededor del deporte para brindar contención a los deportistas. Son muchos los amigos y las amigas que cosechó dentro y fuera del agua.

Mónica expresa, con firmeza entrelazada con templanza, su gratitud a varios entrenadores que la guiaron por este camino repleto de satisfacciones. Menciona a Roberto Rolando, Stella López, Javier y Dario Kudelka, Orlando Olivero, Aníbal Gaviglio y los hermanos Garimaldi (Daniel y Horacio). Todos le enseñaron, de diferentes formas, la importancia del esfuerzo –valor que trasladó a todos los ámbitos de su vida–.

Mónica, actualmente vive en General Roca, en la Provincia de Río Negro, una ciudad de 100 mil habitantes, aproximadamente. Allí ejerce como Licenciada en Psicopedagogía y como fonaudióloga en un consultorio privado. Cuentan los lugareños de ese bello rincón de la Patagonia argentina, que cada tanto, el río Negro –conocedor de la trayectoria deportiva de la freyrense– la desafía a nadar en sus aguas. Seguramente, lo que busca es contenido para alardear luego con el paso de una campeona por su caudal hídrico frío y transparente.

Algunos sociólogos y analistas internacionales afirman que los japoneses suelen hallar en la sutileza, una contundencia conmovedora. Esta pareciera ser la fórmula que la protagonista de esta historia, aplicó en el agua de modo constante.

Felicitaciones MÓNICA MUSSO, por nadar por el deporte local, regional, provincial, nacional e internacional, con humildad, sobriedad y raigambre, demostrando que los anhelos pueden materializarse, ejercitando el cuerpo, las convicciones y las buenas conductas. Tu historia irradia dedicación, exhibe un lindo sendero para que transiten nuevas generaciones, y engrandece el patrimonio deportivo y cultural de Freyre. Tu nombre ennoblece las páginas del Museo Virtual del Deporte municipal.

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