Romaldo Storero y el primer Equipo de Ciclismo Municipal - Un equipo heterogéneo y maravilloso

Su historia

Hablar de este personaje destacado - decimos personaje porque nos referimos a alguien multifacético, un ser que con sólo nombrarlo, estremece-. Es un placer escucharlo haciendo docencia de tantas historias de vida. Las transmite con una generosidad inconmensurable.

Este "Señor" (entre comillas y en mayúsculas), es parte de cada rincón y de cada lugar de nuestro querido Freyre. Es quien ha hecho de la amistad, del trabajo y del deporte un arte y un verdadero culto. Su simpleza, su andar, su juventud eterna, su calidez y el respeto que derrocha, lo diferencian del ser humano promedio.

Se destaca por su sabiduría, su madurez, pero, sobre todas las cosas, por su juventud que luce inalterable, pese al transcurso del tiempo. Nos referimos a Romaldo Storero, un joven de 92 años que derrama energía, buen humor y educación por doquier. Un buen tipo, como dicen todos en las calles de Freyre. "Un dador universal de cortesía", lo definió un vecino alguna vez. Romaldo, un jóven de barrio, que ha querido tanto a la bicicleta como a su vida misma. No es para menos, si ésta ha sido una parte especial de su experiencia vital. Mientras escribimos estas líneas, lo vemos pasar en su bicicleta acondicionada para llevar sus toneladas de energías. Lo vemos caminando y saludando a todos, como una verdadera estrella de Rock. La gente le retribuye el saludo con mucho respeto. Se ve que se lo ha ganado.

Otras veces, es posible verlo sentado afuera de su casa, escuchando la radio, o quizás la radio está susurrándole información al oído como excusa para tenerlo cerca unos minutos. Romaldo trasciende generaciones; muchas veces se lo ve rodeado de niños a los que les cuenta historias repletas de valores. Se ríen y se emocionan juntos…

Nació en Plaza Luxardo, el 8 de febrero de 1924 y pareciera que en vez de pan, el niño traía una bicicleta debajo de sus brazos. De pequeño, su padre lo mandaba a San Francisco bicicleteando a buscarle repuestos para su herrería, por eso es imposible que no sepa lo que es el sacrificio y el entrenamiento. Debutó a los quince años en una carrera en San Francisco, puntualmente en el Parque Cincuentenario. Llegó a Freyre en el año 1943, cuando falleció su padre. Siendo único hijo, se vio obligado a buscar un nuevo horizonte en su vida, llevando como pudo el dolor que implicó esa gran pérdida. Aquí se casó y tuvo su única hija, a quien llamó María Teresa.

Después de muchos años de haber abandonado el ciclismo como deporte, decidió retomar su pasión. Comenzó a entrenar nuevamente. Salía a pedalear toda vez que su oficio de relojero le proveía tiempo.

Por ese entonces, Gustavo Rufino, sobrino del corazón de Romaldo y a quien quiere profundamente, hizo que su padre le regalara una bicicleta de media carrera y comenzó a acompañarlo. Pasaron los días y se fueron sumando niños, quienes imitaron de Don Romaldo, el amor por el ciclismo y la bicicleta. En sus mentes había un deseo recurrente: salir a rodar con sus bicicletas y sus compañeros de ruta. Una vez más, el deporte fusionaba distintas generaciones. Por eso hoy, no sólo le rendimos homenaje a este joven de 92. Es también el momento para rendirles tributo a esos pequeños de Freyre, que por una pasión transmitida y con un esfuerzo enorme, pudieron formar un hermoso equipo de ciclismo con variedad de estaturas. Cada uno, acorde a su edad, corría en una categoría específica. Aquellos niños, hoy devenidos en hombres, han demostrado que con esfuerzo todo se puede, dándole significado a una frase muy conocida: "querer es poder". Valoramos su voluntad y el acompañamiento de sus padres, quienes colaboraban en cada viaje, con cada entrenamiento, y ni hablar del factor económico (porque ya por aquel tiempo el ciclismo era un deporte caro).

Así fue como comenzaron a entrenar alrededor de nuestra plaza Manuel Belgrano, luego en la antigua pista de motos y después en algunos tramos cortos en ruta. Las carreras eran de velocidad con embalajes cada tres o cuatro vueltas. En sus inicios compitieron en la zona con bicicletas de baja categoría y de a poco fueron mejorando los entrenamientos, las máquinas y las competencias, llegando todos a nivel nacional con muy buenos resultados. Formaron una comisión de padres que organizaba las carreras y a su vez entrenaba a sus hijos. Los llevaron a correr a muchas partes de nuestro país, siempre con responsabilidad, disciplina y amor por el ciclismo. Por eso reconocemos a aquellos pibes que ondearon con orgullo la bandera de FREYRE en distintas latitudes.

Los integrantes del primer equipo municipal de ciclismo fueron: Héctor Grangetto, Mauricio Carignano, Luis Baudino, Germán Cassinerio, Gustavo Rufino, Gabriel Perfumo, Lucas Baronetti, Guillermo Rittiner, Lucas Quintino, Marcos Quintino, Daniel Raviolo, Gerardo Arnaudo, Gastón Tessio, Mauricio Brezzo, Jorge González. Vaya nuestro reconocimiento al esfuerzo y constancia de aquellos chicos (hoy transformados en señores) por la camaradería que le inyectaron al primer equipo de ciclismo municipal; y vaya nuestro aplauso de pie para el pibe de 92 años, por ser el referente de un proyecto cumplido.

Para que un anhelo se convierta en realidad, son indispensables dosis significativas de convicción, dedicación, disciplina y esfuerzo, valores que a todos ustedes les han sobrado. Quizás, Mario Benedetti se inspiró en ustedes cuando escribió estas maravillosas palabras: "me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad..."

¡Felicitaciones equipo!

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